Presentación

Esta bitácora está dedicada a mostrar los aspectos decisivos de la realidad española, partiendo de la idea fundamental de la analogía entre la vida individual y la vida colectiva, de la vida personal con la vida de una nación. Sus diferentes formas serán tratadas en apartados distintos.
España como persona tiene su circunstancia, sus proyectos, sus deseos, sus ilusiones, los distintos momentos de la vida colectiva que se pueden  apreciar  contemplando su historia  y se pueden mostrar en sus contenidos radicales, es decir los sucesivos proyectos que  han levantado las ilusiones de los españoles a lo largo de los tiempos.
La vida se ha de recortar desde los proyectos, no solo desde los recuerdos, es decir, tal como acontece - según nos recuerda Julián Marías en su libro "Persona" -
Para saber lo que es la persona en palabras Julián Marías, qué mejor que las suyas propias en el siguiente enlace: "La persona".

"La vida es ante todo, lo que podemos ser, entre las posibilidades. Circunstancia y decisión son los elementos radicales de que se compone la vida. Todo esto vale también para la vida colectiva. También hay en ella un horizonte de posibilidades y una resolución que elige y decide el modo efectivo de la existencia colectiva." (Ortega: "La rebelión de las masas")

Un resumen de la ideas de Julián Marías en su libro "Persona". Madrid. Alianza Editorial. 1966:

Toda comunidad humana tiene memoria, historia, anticipación o expectativa, en suma, argumento. Lejos de ser simplemente presente, y por tanto íntegramente real, consiste en tensión temporal y en un elemento de irrealidad. (pág. 16).

La personalidad se realiza en muy diversos niveles, es esencial la posibilidad de incremento o descenso, tanto individual como socialmente. (pág. 26).

Los problemas de la persona se trasladan a las sociedades en la mayor parte de las cuestiones, como la despersonalización colectiva, la entrega a la maldad, a la locura. 


La persona tiene dos categorías fundamentales que se trasladan a las sociedades: La vitalidad como intensidad  y la autenticidad. Los dos soportes de la condición personal que permiten la plenitud de las posibilidades. La vitalidad social es la esperanza de las sociedades, lo que posibilita el futuro como empresa.


La convivencia entre las sociedades aparece de manera similar a la de las personas para formar grupos y sociedades que engloban a las anteriores, con sus dificultades y sus ilusiones.


Como dice Julián Marías en su libro "Persona" : "Las experiencias radicales son el verdadero principio de individuación". En la vida las sociedades, la historia nos lo muestra de manera muy clara. 

Y en su página 66 indica: "Recordar la vida desde sus proyectos, no solo desde los recuerdos, es decir, tal cómo acontece. Así ocurre en la "Memorias" de Marías y en "España inteligible"


Las vigencias sociales, las interpretaciones recibidas, la misma lengua, hacen que pueblos enteros -o épocas de cada uno de ellos- tengan un coeficiente de personalidad que puede ser enormemente variable.


Además la condición personal se manifiesta en como se trata a los demás, si como personas o cosas. En las colectividades humanas pasa lo mismo y da lugar en algunos casos a las mayores desgracias, como en el caso de los nacionalismos. Un caso extremo es el de los fanatismos religiosos.


En la memorias "Una vida presente", en su tomo 3, página 324, habla Julián Marías de la génesis de su interpretación de España:

 " La sustancia última de esa visión de España a lo largo de su historia, hasta llegar al presente y asomarse a su porvenir, consiste en una interpretación de ella como una realidad personal."


"Partía del hecho de que la "preocupación de España" cruza toda nuestra literatura, mientras  que en otros países la actitud análoga es infrecuente, excepcional, y aparece en contadas ocasiones. Se suele interpretar esto como una "anormalidad", una dolencia nacional, a diferencia de otros pueblos "sanos" de Europa. Yo aventuraba una interpretación distinta: "El hombre es la única realidad que consiste en interpretación de sí misma. No es que pueda haber una teoría sobre la vida humana, sino que esta no es posible más que cuando se entiende e interpreta como tal vida; esta teoría no se añade a la vida, sino que es uno de sus ingredientes, de sus requisitos esenciales, por eso lo llamo hace más de treinta años teoría intrínseca. Pues bien , si esto es propio de la vida humana individual, de la de cada uno de nosotros, ¿no lo será también de la vida colectiva, de la de cada sociedad? Esa pertinaz reflexión de los españoles sobre su propia realidad, ese afán de poner en claro qué es España, en que consiste, cual es su destino, esa actitud que parece una morbosa obsesión, obstáculo para una historia normal, ¿no podría resultar el carácter específicamente humano de esa sociedad que llamamos España? ¿No será que nuestra vida colectiva no ha perdido enteramente los atributos de la vida en sentido riguroso, la de cada cual?"


Partiendo de ahí , lo que hice en este libro fue no quedarme en mera preocupación, inquietud o zozobra, sino buscar la clave de la realidad española en ella misma, en sus proyectos, vacilaciones, errores, logros, en sus diversas trayectorias; en suma hacer que España misma mostrara su razón histórica, del mismo modo que la vida da razón vital de sí misma y así -solo así- resulta inteligible.


Este libro solo pudo escribirse desde una larga intimidad con España y su historia, y esto a su vez no era posible más que partiendo del fondo de intimidad personal, de la manera dramática como la realidad española me había pasado y me estaba pasando  biográficamente. Y una cierta intimidad con América permitió que este libro, desde fines del siglo XV en adelante, intentase ser igualmente una "razón histórica de las Españas". Creo que esto explica la consistencia  propia de este libro, su invitación a una múltiple intimidad, y es la razón  de que se parezca muy poco al resto de la inmensa bibliografía sobre esta cuestión".

"Una sociedad, una realidad colectiva, aún siendo humana, no es vida humana en su plano vigor. No puede decir "yo" y el "nosotros" es interpretativo.
Hay que rastrear el ingrediente análogo al quién de cada cual entre las cosas, hechos, acciones más o menos impersonales. Pero si no se consigue desprender ese hilo dramático, ese argumento en que consiste un país, no se lo comprende." (Marías : "España inteligible" p. 33)

"Se hace necesario revisar el método de interpretación de la historia, introduciendo en ella el punto de vista de la vida humana, con su carácter personal, y esto quiere decir proyectivo." (Marías : "España inteligible" p. 190)

"La España perdida el gran proyecto español durante siglos. Caso único en la historia, el de un pueblo en busca de sí mismo, que durante siglos se esfuerza por llegar a ser lo que quiere ser." (Marías: "España inteligible" p. 118)


Vidas mal planteadas

Hace muchos años, tantos que no puedo recordar cuándo, empleé por primera vez esa noción, "vidas mal planteadas", que me ha servido para entender muchas cosas. La vida humana es siempre insegura, azarosa, expuesta a mil contratiempos y fracasos; muchas trayectorias se interrumpen, se abandonan, se frustran, tal vez con violencia. Pero puede haber una dificultad de otro orden, que condiciona todo el decurso de una vida: si ésta, desde pronto, está "mal planteada", con un error inicial, casi siempre una dosis de inautenticidad, un engaño, es improbable que su desarrollo sea satisfactorio.
Se ha estudiado mil veces la anormalidad biológica; también la psíquica, y hay una disciplina de gran volumen dedicada a ello; pero hay otra anormalidad, la biográfica, todavía más grave y sobre la que se sabe muy poco. A ésta es a la que me refiero, y tiene un carácter original y que corresponde a su carácter personal, y esto quiere decir libre; por eso la anormalidad biográfica, a diferencia de las otras, es casi siempre "consentida".
Estos conceptos, que tienen validez inmediata en la vida individual, tienen una posible aplicación en la colectiva o social, que no es vida en el sentido estricto y riguroso de la de cada uno de nosotros, pero que no es otra cosa que "vida humana". Las comunidades, pueblos o lo que sean -sobre esto también falta claridad-, tienen distintos grados de normalidad o anormalidad, que habría que llamar social o, más bien, histórica, ya que no es permanente y puede tener variaciones decisivas según las épocas.
En la nuestra, la mayoría de los grandes problemas -y entre ellos nada menos que los totalitarismos y las dos guerras mundiales, proceden de estas anormalidades, de vidas colectivas "mal planteadas". Sobre eso se ha pensado muy poco, y no se ha tomado en serio lo que se ha conseguido.
Esa anormalidad se expresa casi siempre en una curiosa forma: el "descontento". Siempre he distinguido entre el que afecta a la situación -cómo le va a uno- y el que se refiere a la condición -lo que se es-. Éste es el verdaderamente grave, e introduce deformaciones que pueden ser permanentes. Hay pueblos o grupos sociales siempre descontentos, a lo largo de siglos, lo que hace pensar que están descontentos de sí mismos. Los hay que se consideran perpetuamente "oprimidos"; nadie está libre de una opresión ocasional, pero si ésta es constante, hace pensar en una inferioridad de quien la padece. Por eso, un rasgo de la anomalía biográfica, social o histórica es, en diversas formas, la "insaciabilidad", que no tiene límite, que nunca se apaga ni satisface.
¿Cómo comportarse ante ella? He formulado -y repetido- una norma que me parece necesaria: "No hay que intentar contentar a los que no se van a contentar". Observo con curiosidad que esta expresión no ha sido, que yo sepa, nunca repetida ni comentada, ni siquiera para contradecirla. Las políticas nacionales, y por supuesto la internacional, están llenas de ejemplos en que algunos se extenúan intentando contentar a quienes no se van a contentar en ningún caso, hágase lo que se haga. Son formas peligrosas de perder el tiempo.
¿Sólo el tiempo? Creo que no. Al aceptar los planteamientos que se hacen desde la anormalidad, se la reconoce y en cierto modo se participa en ella. Se produce un extraño "contagio", que ayuda a la difusión de la enfermedad. La falsedad no puede tomarse en serio. Basta con descubrirla, mostrarla, y no seguir adelante. Se dicen con frecuencia cosas manifiestamente falsas, incoherentes, contradictorias. No se puede "partir" de ellas, invalidar en su nombre largas series de evidencias que componen nuestras vidas, en las que están fundadas.
Lo que hay que hacer es lo que la medicina hace con las afecciones orgánicas: diagnosticarlas y buscar su origen, sus causas -dicho en griego, su etiología-. En la vida individual, los orígenes son múltiples, y suelen datar de la niñez o de la primera juventud. Si se trata de colectividades, el repertorio es más reducido y hay que indagar el origen histórico.
Cada día es más evidente que la historia es el gran instrumento de comprensión de lo humano. En España se ha creado el método adecuado: la "razón histórica". Pero hay que entender bien lo que esto significa.
Ante todo, qué es "razón". Cuando, en el otoño de 1945, recién terminada la Guerra Mundial, escribí un largo capítulo de mi "Introducción a la Filosofía" sobre la razón, traté de definirla; encontré una fórmula "provisional" que me pareció útil: "Aprehensión de la realidad en su conexión". Han pasado largos años -el libro ha cumplido medio siglo-; no he encontrado todavía fórmula mejor, y la sigo usando. La inteligencia es otra cosa; la tienen los animales, en grado muy alto el perro; pero no reaccionan a la realidad como tal y no descubren sus conexiones, que es lo que hace desde muy pronto el niño, aún en la fase en que es menos "inteligente" que algunos animales. El que "no tiene uso de razón", es que no la posee, pero, a diferencia del animal, la necesita, y por eso tienen que prestársela los adultos.
La razón histórica, como Ortega vio con perspicacia, no es la razón sin más "aplicada" a la historia, sino que "la historia es la que da razón"; se trata de la razón que es la historia. Y esto, precisamente esto, es lo que está en crisis en nuestra época. La ofensiva contra la razón es universal: no se buscan las conexiones, sino que se acumulan las llamadas "informaciones". Por eso el hombre actual está expuesto a convertirse en "un primitivo lleno de noticias".
Por lo general, esa anomalía es reciente, fácilmente identificable y datable. Habría que precisar cómo y por qué se ha producido, ha arraigado, se ha propagado en varias generaciones. No es fácil, pero es posible. Hay que usar los conceptos existentes en las disciplinas de humanidades, y no limitarse a instrumentos arcaicos. El equivalente sería pedir a los médicos que renunciaran a los recursos de que disponen y se contentaran con la ilustrísima medicina hipocrática, o con la del Renacimiento, o acaso con la anterior a la asepsia, la anestesia, los antibióticos y el descubrimiento de los virus.
Estos, los biológicos y los biográficos, a veces "prenden" y son muy difíciles de superar. Lo único claro es que ante todo hay que conocerlos, averiguar su origen, enfrentarse con sus causas. Frente a las vidas mal planteadas, es exigible algo muy sencillo: hacer lo que se puede.

Julián Marías  ABC , 21 agosto 1997







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