Gilberto de Mello Kujawski, el brasileño que mejor conocía el pensamiento de Ortega y Marías de todo el mundo hispánico, escribió un artículo en el número 8 de la revista Cuenta y Razón. Por su interés lo muestro seguidamente:
Brasil y lo español
Una entrevista
realizada recientemente a uno de los más prolíficos historiadores
brasileños, José Honorio Rodrigues, causó perplejidad general, al
declarar éste:
«Brasil es un país
que no tiene nada que ver con América Latina. Recuerdo que una vez,
conversando con Anísio Teixeira, me dijo: Bolivia se parece tanto
Brasil como a Vietnam.' En América Latina, el país más parecido a
Brasil es Cuba. Datos estadísticos obtenidos por historiadores
norteamericanos demuestran que el 60 por 100 de los esclavos negros
fueron a Brasil, siguiéndole Cuba y los Estados Unidos. Cuba se
asemeja mucho a Brasil, al menos en el aspecto étnico.>>
Opinaba además:
«Creo que Brasil
tiene pocos puntos en común con América Latina; estamos más cerca
de África; incluso hasta nuestros indígenas son diferentes de los de
los países hispanoamericanos. La verdad es que somos distintos desde
el principio, como una proyección de las diferencias que existían
entre España y Portugal» (La Historia Vivida, III).
Con todo el respeto
que nos merece la autoridad del ilustre investigador, resulta difícil
aceptar su tesis. En primer lugar, el criterio étnico - predominio
del elemento negro - no es decisivo para asemejar a Brasil con Cuba
ni para separarlo de América Latina. En la ciudad de San Pablo, con
sus doce millones de habitantes, el mayor polo de migración interna
de Brasil, vive mayor número de nordestinos que en cualquier ciudad
del nordeste brasileño, y aunque el fenómeno ha persistido durante
más de una generación, no por ello la ciudad de San Pablo ha
perdido sus características paulistas ni se ha transformado en una
ciudad nordestina. El elemento étnico por sí solo, como es bien
sabido, no es un factor decisivo. En segundo lugar, la exagerada
expresión retórica «no tiene nada que ver>> despierta
sospechas, sospechas de que estamos frente al así llamado, y, por
cierto, muy frecuente, «pensamiento desiderativo». Honorio
Rodrigues es uno de los intelectuales que no reconocen los lazos
comunes entre Brasil la y América Hispana, porque pretenden asociar
a Brasil con el futuro de los países africanos... De ahí la
solución de continuidad, el corte brusco con sus vecinos
intracontinentales. Se trata del predominio del debe ser sobre el es.
Como se cree que la mejor política exterior de Brasil debe
circular alrededor del continente africano, Brasil tiene que
deshacerse como por arte de magia del complejo hispano para
trasladarse al complejo africano. Actitud marcada por una ideología
extremadamente peligrosa cuyo siguiente paso será, sin duda, cortar
las amarras de Brasil con el propio Occidente. Ahora bien: Brasil no
puede renunciar sin más a la comunidad hispana y a la tradición
occidental para adoptar una seudo identidad africana. La historia,
salvo en sus fases decadentes, no es un baile de máscaras.