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| Carlos V. Pedro Pablo Rubens. Copia de Tiziano. |
Ramón Menéndez Pidal mostró en una conferencia memorable, titulada "La idea imperial de Carlos V", el programa del Siglo de Oro español que llegó hasta principios del siglo XIX y continúa en la Historia como "la última construcción histórica que aspira a tener un sentido de totalidad", según palabras del propio Menéndez Pidal.
Seguidamente voy a poner un resumen de ese proyecto imperial de Carlos V:
"La idea imperial es una noción viejísima. Era la idea de hacer de todos los hombres una familia como pretendía hacer el Imperio Romano. Era la forma más perfecta de la sociedad humana, que se renueva durante el imperio carolingio de los siglos IX y X, y su última manifestación aparece con el imperio romano-germánico".
Carlos V se educa en Bruselas según el estilo de la república romana, en la que las provincias súbditas eran lugares de explotación, como ocurrió cuando Carlos V vino a España y los miembros de su corte se dedicaron a expoliar el patrimonio español. Pronto se dio cuenta Carlos V de que no era el sistema adecuado, para seguir la doctrina del imperio romano de que el gobernante se debe consagrar al bien del súbdito, sea éste del lugar que fuera.
Carlos V es elegido emperador, pero nada más que de nombre. Todo su reinado fue el esfuerzo por llenar de contenido ese título. Quiso ser el responsable de la cristiandad entera y ser coronado por el Papa.
La primera manifestación de ese propósito universal de imperio fue realizada durante el discurso del doctor Mota en La Coruña, con motivo de las Cortes que se convocaron en 1521. Expone el doctor Mota que Carlos V no es un rey como los demás: "Él sólo en la tierra es rey de reyes", pues recibió de Dios el imperio. Este imperio es continuación del antiguo, y como él lleno de emperadores de origen español.
España es el corazón del imperio; "este reino es el fundamento, el amparo y la fuerza de todos los otros; por eso, según Mota anuncia solemnemente, Carlos ha determinado "vivir y morir en este reino, en la cual determinación está y estará mientras viviere. El huerto de sus placeres, la fortaleza para la defensa, la fuerza para ofender, su tesoro, su espada, ha de ser España".
El segundo momento de la manifestación de su proyecto fue en la Dieta de Worms en 1521. Ante la amenaza de Lutero, Carlos V escribe de su puño y letra una declaración para defender la cristiandad milenaria, empleando para ello "mis reinos, mis amigos, mi cuerpo, mi sangre, mi vida y mi alma", siguiendo en ello el ejemplo de su abuela la reina Isabel.
Lo que propone el doctor Mota y hace suyo el emperador, es es el imperio cristiano, sin conquistas, cumpliendo el deber moral de la armonía entre los príncipes cristianos.
La rebelión de las Comunidades de Castilla se hace en nombre de la voluntad de la reina Isabel, contraria a los abusos de la corte borgoñona de Carlos V. Ese es el camino que finalmente llevará el emperador, como demuestra el tratamiento deferente que llevó con el rey de Francia Francisco I, después de la batalla de Pavía, que no fue correspondido por éste último.
El tercer momento fue el Saco de Roma en 1926. Alfonso de Valdés, en nombre del emperador responde al Papa que no estorbe los designios del emperador, en caso contrario solicitaría un Concilio para unificar a los cristianos y así enfrentarse a las amenazas de los protestantes y los turcos. Recibe el escrito de Alfonso de Valdés, el representante del Papa, Baltasar Castiglione. Es un documento de gran trascendencia, pues pone los intereses católicos del emperador por encima de los intereses del mismo Papa.
Continuaba la firmeza de Fernando, el Católico, que mandó ahorcar al cursor apostólico por pretender publicar en Nápoles una excomunión inconveniente.
Alfonso de Valdés luego escribió dos diálogos, el de "Mercurio y Carón" y el de "Lactancio con un arcediano", continuando la argumentación del Emperador a favor de unidad cristiana.
El cuarto momento es el discurso de Madrid en 1528, discurso del emperador en el que manifiesta su deseo de ser coronado emperador por el Papa y para persuadir a éste de la convocatoria de un Concilio general. Discurso inspirado por Fray Antonio de Guevara, que con el paso del tiempo se convertirá en un autor imitado en toda Europa.
Carlos V se ha hispanizado ya y quiere hispanizar Europa, recuperar el ideal de la cruzada que Europa había olvidado y España todavía conservaba. Es el quijotismo hispano que alcanzó expresión de eternidad con la pluma de Cervantes. Es la concepción medieval renovada por la reina Isabel y que Fernández Navarrete en su "Conservación de monarquía" (1625), percibía como peculiaridad española frente al interesado proceder de los demás Estados.
El emperador que a los dieciocho años no hablaba español, a los treintaiséis proclama la lengua española, lengua común de la cristiandad. Además el prestigio de la lengua se acrecentó con las continuas innovaciones literarias, como "La Celestina" o el "Lazarillo" y también por frutos tardíos de la Edad Media como el "Romancero", los "Libros de caballerías" o la mística enraizada en el medievo.
Todo el empeño de Carlos V finalmente fracasó y tuvo corta vida. Los príncipes alemanes abrazaron el protestantismo y el Papa acabó distanciándose de los propósitos carolinos.
Pero aún hubo un momento más de gloria cuando se consiguió hispanizar América, el paso más giganta que dió la humanidad desde los tiempos prehistóricos. Es Hernán Cortés el que lo señala: "Vuestra alteza se puede intitular de nuevo emperador de ella (América) y con título y no menor mérito que el de Alemania, que por la gracia de Dios vuestra majestad posee".
De ese quijotismo imperial nacieron las "Leyes de Indias", bastantes para amnistiar ante la historia todas las faltas que la acción de España haya tenido en América.
El imperio de Carlos V es la última gran construcción histórica que aspira a tener sentido de la totalidad; es la más audaz y ambiciosa. Apoyada en los dos hemisferios del planeta. Después cualquier universalidad quedó excluida.
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